jueves, 22 de agosto de 2013

La Gran Moderación continúa.

La economía mundial registrará un leve descenso en su ritmo de crecimiento durante 2013 que dejará la tasa interanual en el 3,1% según el servicio de estudios BBVA Research. En lo que llevamos de año se observa un aumento de las tensiones financieras debido a tres motivos básicamente. La esperada estrategia de la Reserva Federal para comenzar a revertir los estímulos monetarios realizados ha puesto nervioso los mercados, lo que ha generado subida en los tipos a largo plazo americanos. Los problemas del Banco Popular de China para corregir los desequilibrios acumulados en el sistema crediticio del país, y por último, la zona euro que continúa con tensiones políticas en países miembros como Portugal, además de la falta de avance en la unión bancaria prevista. Estos temas han minado la capacidad de los emergentes para seguir creciendo como años anteriores, en un previsible entorno de menor abundancia de liquidez mundial. Asia se estanca en el 5,3% en 2013 para crecer al 5,6% en 2014, cifras lejanas del 8,2% que lo hizo en 2010. Japón ha tomado el relevo de la FED para realizar una expansión monetaria sin precedentes, la cuál no parece que vaya a conseguir el milagro esperado, una vez que la Reserva Federal está empezando a preparar el terreno para reducir su balance. China modera su crecimiento hasta el 7,6% en el presente año, la misma tasa que se espera para el año próximo, en un intento de contener el crecimiento del crédito en una economía orientada hacia la inversión y la demanda externa. El ciclo financiero chino comienza a poner nerviosos a las autoridades del país -y al resto del mundo-, debido al largo período en el que el crecimiento del crédito y la acumulación de deuda ha sido superior al de la producción, poniendo de manifiesto la hipótesis de que dichos fondos hayan ido dirigidos a proyectos de discutible rentabilidad. Si le añadimos la creciente preocupación por la banca en la sombra no regulada, se puede intuir bastantes similitudes respecto a los orígenes de la gran crisis financieras surgida durante la década pasada en las economías avanzadas.

El informe sobre situación global del tercer trimestre presentado por BBVA Research lleva un breve monográfico sobre el PIB potencial y método utilizado por dicho servicio de estudios para calcularlo. El Producto Interior Bruto potencial es el porcentaje de crecimiento que puede tener una economía durante un período en función de los factores productivos disponibles y de la Productividad Total de los Factores, que entre otras cosas incluye la mejora de la tecnología. La condición que debe cumplir el PIB potencial es que no genere desequilibrios macroeconómicos, como tensiones financieras, burbujas de deuda o precios de activos, etc. La cuestión es que no es una una variable que se pueda observar y medir, sino que requiere ser estimada mediante análisis estadístico o utilizando algún modelo econométrico que relacione las variables económicas que intervienen en la formación del PIB. La importancia de calcular este indicador reside en que trata de distinguir entre el crecimiento estructural de la economía y su comportamiento cíclico. La calidad del método de estimación es de máxima trascendencia, toda vez que los datos históricos de las variables observadas deben de servir finalmente para hacer una proyección sobre el crecimiento "razonable y sano" en el futuro. Un ejemplo actual de la importancia del indicador es el debate sobre el factor de sostenibilidad de las pensiones, el cuál incorpora entre otras variables el crecimiento estructural esperable del PIB, cuyo cálculo hay que realizarlo con anterioridad para poder equilibrar el sistema, evitando situaciones complicadas sobrevenidas. En el gráfico adjunto podemos observar el comportamiento del PIB potencial en las distintas áreas económicas y las proyecciones para la década actual. Tenemos por un lado EEUU y Latinoamérica que presentan una mejora del PIB potencial para el presente decenio, mientras que la zona euro y china muestran lo contrario. La "Gran Moderación" vivida a partir de finales del siglo pasado, bruscamente interrumpida por la crisis financiera actual, continuará pues durante los próximos años, aunque hay que apuntar la inquietud por la deriva que está tomando dicho indicador en Europa, donde la pauta demográfica y el fuerte impacto de la crisis sobre el crecimiento aportan elementos de incertidumbre preocupantes.